Piura y sus riquezas turísticas
Piura, es un departamento que se ubica en el norte peruano, y no quiso estar ajeno a las celebraciones y lo hizo con lo que más la distingue. En la ciudad se realizó un festival gastronómico que permitió gustar de los potajes piuranos, preparados por verdaderos maestros y maestras del arte culinario.
esto nos obliga a mirar más allá del entusiasmo oficial por hacer entender que el turismo, es una actividad que promete tanto y que aún muchos se niegan a asumir. Hablar de turismo, es pensar en ese viajero que llega a este territorio por razones de diversión o de placentero huir de otro mundo que se le ha vuelto cotidiano y hasta aburrido. Es también el mirar a ese hombre de negocios que llega para cumplir una tarea, pero que igual quiere gozar de algo diferente.
La historia demuestra que conforme la civilización va avanzando, traslata su característica económica de las actividades primarias hacia los servicios. Existen territorios -países, ciudades- que obtienen grandes ingresos solamente con el turismo y mantienen un alto nivel de desarrollo.
Entender que el turismo puede dejarnos más ingresos que la dureza del trabajo cotidiano de los piuranos, está costando. El éxito se dará cuando todos los actores se comprometan a hacer de este territorio un emporio turístico. De otra manera, solo viviremos del vano afirmar de nuestra belleza natural y nuestras riquezas, pero igual seguiremos desaprovechando las oportunidades.
Y en realidad, una cosa diferente sería hacerle entender al poblador común y corriente, que ese turista o grupo de turistas requiere ser atendido con diligencia. El trabajador del aeropuerto o terrapuerto que brinda un saludo amable está sembrando para mañana, tanto como el taxista, el mozo, el empleado del banco, el tendero, o el botones de un hotel lo podrían hacer. La impresión que obtengan los visitantes respecto a estos servicios, será el mejor difusor para nuevos visitantes o para un próximo retorno.
La infraestructura es básica si queremos avanzar y captar ese enorme potencial de viajeros que buscan realidades diferentes para conocer. Y cuando nos referimos a infraestructura, pensamos en los aeropuertos, terrapuertos, agua y desagüe, hoteles, calles, pistas, museos, bibliotecas; pero también a las comunicaciones, al capital social y humano. Cuántos de nuestros pobladores hablan con fluidez el inglés o el portugués?. He visto, como la falta de este tipo de competencias, afecta la interacción con un turista que no maneja nuestro idioma.
Pero, que tiene Piura que puede mostrar como novedoso para el turismo?. Mucho.
Gracias al portal que tenemos desde hace cuatro años, recibimos con constancia, preguntas sobre Las Huarinjas de Huancabamba, las Playas de Máncora, la orfebrería de Catacaos, la cerámica de Chulucanas. Evidentemente que estos son íconos que nos vienen distinguiendo, pero, Piura tiene en cada espacio, en cada territorio, en cada pueblo una singularidad que la hace admirable.
El encuentro con el bosque de algarrobales, ya es una experiencia emocionante. El observar las dunas que se forman en la zona de Sechura o en la vía a Paita por la zona de Sullana, ver su policromía en su mixtura con el sol al ocultarse, multiplica mucho más su belleza.
El verde y muchas veces florido valle del Chira, tiene lo suyo. La tierra de los cocoteros, de arrozales y ahora platanales, tiene un panorama que se regocija con la cordillera de Amotape y cuyas agua de su río desembocan en el océano Pacífico o Mar de Grau. El coto de caza el Angolo y el Parque Nacional de Cerros de Amotape, no son solo nombre, pasear por estos territorios, es un encuentro con la pureza de la naturaleza, y también el conocer una flora y fauna particular.
Igual podemos ver en la zona del Alto Piura, donde la costa se extiende hasta llegar a las primeras estribaciones de la cordillera morropana o huancabambina, donde el marigold y su rojiza floresta se mezclan con el amarillo del maíz, se entremezclan con los característicos ceibos e imponentes se yerguen los cerros donde de vez en cuando aparece un puma americano.
Seguir el rastro del río Piura, en Chulucanas, Tambogrande o el Bajo Piura, bastaría para encantar a quienes nos visitan.
Realidad tan embriagante como la costa es la sierra piurana. Ver un pueblo enclavado en plena cordillera, sus casas de tejas distribuidas en las laderas de su míticos cerros, el entorno verde que forman las lluvias y que refuerzan sus quebradas son elementos que siempre harán gozar a quienes conocen estos lugares.
Las lagunas de las Huarinjas, con su tradición mágica, va premunida antes de llegar a ellas, con el panorama que nos da la cordillera llena de alisos, y como para recordarnos que somos un país de múltiples pisos ecológicos, pasamos de un flora de cactos, hacia otra de capulí y otra de ichu que crece en la extensa meseta de Chulucanitas. Allí en esta zona por Huancacarpa vemos como el ser humano acondicionó la naturaleza para su beneficio, con los canales construidos gracias a la mita y usando los manantiales que brotan de su suelo pantanoso.
Si se quiere ir en sentido contrario a las Huarinjas, alguien podría gozar de los encantos del turismo de aventura y podría trasuntar la cordillera o montaña en bicicleta para llegar a San Ignacio y recordarnos que existe una carretera pendiente que nos vincularía con Cajamarca. Las invernas y el habitar sosegado de los campesinos huancabambinos que tiene poco de incas y si muchos rasgos de la transculturización nos recordarían que antes el desarrollo peruano no solamente fue costero.
Igual se goza con la riqueza de nuestro mar de Grau. Mirar Paita desde el tablazo es tan emocionante como pasear por los botes que artesanalmente se prestan para un paseo rápido y que como vergüenza nos exhibe un muelle que debería ser el testigo de toda la historia paiteña, pero que se encuentra destruido y abandonado. La bahía de Paita y quizá se ha olvidado, fue en su momento la puerta de entrada del viejo mundo, por sus condiciones naturales.
Recientemente paseamos desde Lobitos y siguiendo la orilla del mar terminamos en Los Órganos y vimos como los escarpados cerros vienen siendo lotizados para construir en un futuro hospedajes para el turismo. Visitamos el lugar donde Ernest Hemingway se inspiró para escribir "El viejo y el mar" una de sus novelas famosas y entre garitas de control, viaductos y un sol abrasador constatamos que esa belleza es piurana y que poco se le conoce. Es la riqueza de las playas piuranas, que nos dice que lo logrado en Máncora es solamente un pequeño impulso del enorme potencial que existe en esta parte de Piura.
En Lobitos golpeadas por la fiereza de las olas, encontramos las Cuevas Las Capullanas, míticas e incognoscibles, visitada por grupos esotéricos e integrantes del grupo Rama. Según estudios en este lugar desembarcaron por primera vez los españoles que luego doblegaron al imperio incaico. Se cree que es un centro magnético, pero adicionalmente a ello la sola forma de las bóvedas hacen indescriptible las sensaciones que se tienen al conocer esta parte de la provincia de Talara.
Dejando la ribera del mar, buscaríamos descubrir la naciente de esa quebrada que imponente crece en épocas lluviosas y que se niega a dar continuidad de paso a los viajeros que van a Tumbes. Seguiríamos el cauce de la quebrada seca de Pariñas y nos adentraríamos hacia su naciente en la cordillera de Amotape para ver que Talara es mucho más que el petróleo.
Nos es diferente la emoción y regocijo que se siente, cuando seguimos la ruta de Bayóvar, nos adentramos por el desierto, cruzamos las antiguas exploraciones de petróleo y llegamos entre elevaciones y arenales al mar donde se dice que colapsan los barcos por la fuerza magnética.
Pero, si la naturaleza es pródiga en íconos singulares y admirables, tenemos en la culinaria de carnes y especies marinas una incontrastable riqueza.
Un gracias por hacerme probar la comida piurana, es la última palabra que me queda de un amigo que gustó de nuestros chifles, arroz con marisco, ronda criolla y hasta que logró asentar con un clarito servido en un "cojudito". Podemos decir toda Piura es rica en gastronomía. Es Catacaos y su tradición, Sullana y Talara, Piura y Morropón, y hasta la dulcería de Ayabaca y Huancabamba la que nos dice con sus platos y potajes, que nuestra comida es sabrosa para el gusto de miles de turistas que por ahora nos visitan, pero que pueden ser millones si nosotros nos lo proponemos.
La sociedad en su conjunto está matizada de expresiones culturales propias. La religiosidad se vive con intensidad como sucedió la última semana en Paita. La festividad de la Virgen de las Mercedes congrega a miles de piuranos, peruanos y extranjeros, quienes no dudan en expresar su fe, como también sucede cada año en la provincia de Ayabaca hacia donde concurren peruanos, ecuatorianos y colombianos en la búsqueda de esa explicación que la religión otorga y que la razón no encuentra. Son las festividades religiosas más representativas de los piuranos, pero no las únicas, que con globalización y todo mantienen su propia identidad y cultura.
Acogemos el lema de "Turismo es riqueza" y como colofón recordamos lo que sostiene la Organización Mundial del Turismo en el sentido que esta actividad supera a la agricultura, a la electrónica e incluso a la industria del automóvil, que el empleo que produce se dirige a la pequeña y mediana empresa, y que en los países pobres es donde más está creciendo el turismo. Nos está demás esperar, tener fe, que los esfuerzos de unos cuantos funcionarios, se multipliquen para construir una actividad que impulsará nuestro desarrollo y con un particularidad; "que el turismo refuerza la identidad cultural, fortalece la sostenibilidad, alienta las tradiciones y conserva el patrimonio de las comunidades"*.
Escrito: Andres Vera Córdova
Fuente: http://www.elregionalpiura.com.pe/
Publicado:Juan José Sandoval Alva
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